El impacto suele
ser brutal e inminente cuando asimilamos el desamor por alguien. Nos cuesta
creer cómo una serie de acciones y actitudes sucedieron. Incluso muchas veces
pensamos en achacarle todas las culpas de nuestros males a aquella persona; o
también, nos atribuimos esas desgracias a nosotros mismos.
Piensas que todos
los momentos que viviste con aquella persona son únicos, que nadie más te va a
ofrecer nada mejor. Y entonces dejas que el tiempo pase, intentas sanarte e ir
por tu cuenta, aprendiendo a convivir contigo misma con aquellas cosas que
hiciste para bien o para mal, porque cada acción tuvo su propio impacto en el
pasado.
Después,
consigues quitarte peso y es cuando comienzas a volar más ligero. Es en ese
preciso momento cuando te das cuenta que lo has perdonado, y lo mejor, que has
conseguido perdonarte a ti misma. Y solo te queda dar las gracias por todo lo
vivido pues has conseguido perfilar rincones de tus emociones que hasta ahora
desconocías.